No hay que tenerle miedo a la hoja en blanco

El miedo a la hoja en blanco, lo llaman. Esa dificultad, esa ausencia de inspiración o de creatividad a la hora de empezar con la redacción de un texto. EsLeer Más

No hay que tenerle miedo a la hoja en blanco

El miedo a la hoja en blanco, lo llaman. Esa dificultad, esa ausencia de inspiración o de creatividad a la hora de empezar con la redacción de un texto. Es esta misma sensación que me invadió cuando decidí escribir un post, y entonces pensé: ¡vaya tema más bueno!

¿Por qué será que, a veces, algunos días más que otros, la tarea de escribir que suele ser sencilla, rápida y casi automática se vuelve un suplicio? ¿Será el cansancio? ¿Será el calor sofocante de los inicios de verano? ¿Será que el café de la mañana ya no produce efecto?¿Será que ya no quedan de estas galletitas de chocolate que recargaban las pilas y despejaban la mente?¿O será que sencillamente no hay nada que decir y por lo tanto, nada que escribir?

Cuando nos enfrentamos a la redacción de una nota de prensa, una tribuna o cualquier material, dependemos de la materia prima, la información. Cuando la información que tenemos que comunicar es buena, completa y relevante, entonces sí, la falta de inspiración proviene de un bajón pasajero o de una dificultad a concentrarse. La solución es sencilla: tomar el aire 5 minutos, fumarse un cigarrillo y/o cerrar el Facebook. Luego todo volverá a la normalidad y las letras se juntarán con fluidez de nuevo. Pero cuando la información a la que tenemos que dar forma no es información, cuando se trata de un recalentado de un viejo tema, cuando ves que no hay manera y que a nadie le va a parecer interesante, entonces quizás mejor que la hoja se quede en blanco. Sin miedo. De nuevo volvemos a hablar de las diferencias entre lo que quiere el cliente y lo que la agencia cree que es bueno para él. Si el cliente no tiene nada que contar, es mejor no forzar las cosas. No hace falta caer en el sin sentido de “es que tenemos acordado 2 notas al mes y sólo hemos hecho una”. Mejor detenerse, pensar y esperar en tener algo valioso que comunicar. Si el tema es bueno, haremos 3 notas si hace falta.

Por eso no hay que tenerle miedo a la hoja en blanco, porque muchas veces, si las palabras no te vienen es que no tienes nada que decir. Y, como bien dice el refranero: “a veces más vale callar y pasar por tonto, que abrir la boca y demostrarlo”.

En fin, este texto resulta contar con muchas preguntas y pocas respuestas, pero os pido comprensión e indulgencia. Recordad que la redacción de este post iba muy mal encaminada y la hoja estuvo a punto de quedarse en blanco.