Desde hace unos años, no es extraño ver en los medios de comunicación noticias sobre los millennials, es decir, las personas nacidas entre los años 1985 y 2000. Algunos nos llaman la generación más preparada de la historia, otros la generación perdida. Las marcas simplemente nos llaman target o público objetivo.
Dicen que uno de nuestros principales rasgos es el de retrasar la vida adulta todo lo posible, y muchas empresas han utilizado esta característica para atraernos y convertirnos en sus clientes: las grandes cadenas de ropa llenan estanterías con camisetas con logos de las películas y series de nuestra infancia, las carteleras de los cines están repletas de posters de los superhéroes favoritos de nuestra niñez y las empresas de videojuegos – que han comprobado que la edad media de sus usuarios ha crecido – no paran de lanzar al mercado remasterizaciones y versiones de los juegos más populares de las décadas pasadas. Y nosotros, encantados, ya que si las marcas no se hubieran acercado a los millennials no habríamos podido disfrutar de maravillas como la película ganadora de seis Premios Óscar Mad Max: Furia en la Carretera o de la nueva temporada de Expediente X.
Sin embargo, la generación que viene después de nosotros, llamada Generación Z (yo la llamo Generación Snapchat), está cerca de alcanzar la mayoría de edad, y algunas empresas ya se están acercando a ellos, como Facebook con la compra de Masquerade, Ecovidrio haciendo campañas con youtubers (los principales influencers para las personas nacidas después del año 2000) o ropa cuyo único adorno es un hashtag enorme con palabras como #HYPE, #SWAG o #SELFIE. Espero que esto no signifique que las marcas se olviden de los millennials, ya que vamos a seguir siendo consumidores activos durante varias décadas más, y preferimos gastar nuestro dinero en películas como “Beetlejuice 2” o “Cazafantasmas 3” (ambas películas en desarrollo) antes que en una protagonizada por, por ejemplo, Kim Kardashian o Justin Bieber.